abril 29, 2011

Locum nostro...

Cuantas promesas se han ido y cuantas se han quedado en nuestro olvido. Donde han quedado aquellos días grises que fueron testigos de nuestros encuentros furtivos, esos que solían suscitarse entre las calles y callejones de esta ciudad, ó en cualquier otro lugar sin importar cual fuese, eran perfectos para decirnos todo sin utilizar alguna palabra, con tan solo mirarnos era suficiente.

Hoy déjame contarte que es de mí, después de aquel día en el cual los relámpagos anunciaban la incesante lluvia y nuestros corazones anunciaban el inicio de una tarde de eterno romance y de un clandestino amor. Bajo la lluvia nuestros cuerpos palpitaban excitados, cada rose entre ellos reclamaban el sabor de sí mismos, así como su necesidad por sentir la piel viva. Recordaras que aquel momento fue interrumpido inesperadamente por una fuerte ventisca, la cual recorrería cada parte de nuestros cuerpos y al unisonó un escalofrió se apodero de ellos, quedándonos estáticos y en silencio, nos dimos un último beso tan largo que no podría compararse con la eternidad misma. Después de toda esa eternidad trascurrida, iniciamos la marcha por las grandes avenidas y plazuelas de esta urbe hasta entrar en aquel lugar quien fuese testigo de nuestro idilio, un pequeño pero reconfortante local donde la música suave inundaba el lugar; Un espacio donde la tuene luz de las velas iluminaban la estancia, que llena de sombras se confundían con las siluetas de los amantes, de aquellos seres que se aman en secreto, no había lugar más perfecto que este pequeño local.

De los acordes de los instrumentos se dejaba escuchar una suave melodía la cual incitaba a bailar, pero en aquel momento no era el idóneo. Entre copas, besos e innumerables secretos compartidos, transcurrían los minutos hasta terminar en horas y así concluir en la noche, la cual llevaría de la mano la tertulia de todos aquellos que ahí se encontraban. De pronto una tonada daba el inicio de aquella canción que sabía muy bien que era tu preferida ya que el brillo de tus ojos y una leve sonrisa me lo decían, tomándome de la mano me llevaste hacia el centro de la pista, mis manos cayeron hasta tu cintura y tus brazos suavemente cubrieron mis hombros, he iniciamos un vaivén con nuestros cuerpos los cuales se rosaban a cada paso, incitando al deseo de sentir de nuevo el éxtasis de dos seres que se aman.

Todo era tan perfecto que le hubiera vendido el alma al Diablo, para que esos momentos jamás terminaran y siguieran así por la eternidad, pero el destino tenía preparado para ambos un camino diferente. De aquella noche no quiero recordar el adiós, solo quiero tener presente aquellos momentos y hasta ese último instante, y de aquel beso en medio de la pista que se suscito al final de aquella canción, que paradójicamente marcaria el final de un todo. No dijiste nada solo te diste la vuelta y saliste por aquella puerta donde horas antes, entraríamos tomados de la mano. Me quede ahí estático, casi inerte en medio de la pista viéndote marchar; dejándome fuera de tu vida, dejándome en el olvido.

Desde esa ocasión hasta el día de hoy sigo frecuentando este lugar; nuestro lugar. Tratando de entender el por qué de ese adiós tan silencioso como nuestro amor, ahora solo me sigo preguntando, ¿Cuánto podría seguir de esta manera hasta que puedan sanar mis heridas?, solo quiero otra chance para continuar con eso a lo que le llamo felicidad. Hoy me hundo en la tristeza, e inocentemente me hago a la idea que algún día veré tu silueta entrar de nuevo dirigiéndose hacia mí, y tomándome la mano me llevaras de nuevo hasta el centro de la pista para entrelazarnos y bailar aquella canción, pero solo es la divagación y el anhelo de un ser que sufre en la amarga tristeza. Pasan las horas y aun sigo esperando, tu tan deseada presencia, viendo cada minuto pasar presintiendo que se acerca la hora final de mi existencia. Quisiera saber si, es esta para dar por hecho que tú ya no estarás aquí, y que ya jamás podre descansar en la cama de tu amor. Tal vez hoy será el día en que pueda dormir tranquilo, pero esa tranquilidad solo significaría que ya no estaré vivo, ya que todo lo que fuese mío incluso mi propia vida, se fueron contigo aquel día…

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